Por Daniel Zaíd @perdidoenbici
Desde hace varios años, Karla y yo habíamos estado hablando sobre hacer una invitación para nuestros amigxs de fuera de Hermosillo a rodar los caminos de tierra que rodean nuestra ciudad, ya que consideramos que están a una distancia asequible y son de distinta longitud y nivel de dificultad. Este verano lo consideramos de forma más seria, y empezamos a darle estructura a la invitación, la cual, llegado el momento, hicimos de manera pública en nuestras redes sociales.
Nasho @nachobicimecanico y su Tsuru tuneado, una Alubike Spicy muy, muy modificada.
La idea básica era: aprovechar el puente del Aniv de la Rev, el 18 de noviembre, para pasar tres días en Hermosillo, rodando por la ciudad y los caminos de tierra aledaños. Obtuvimos respuesta de varias personas, y llegado el fin de semana del evento nos juntamos un puñado de personas. El itinerario incluía dos días de rodar, con el primer día una ruta más corta pero más técnica, y el segundo día la ruta estelar que da el nombre al fin de semana: La Vuelta a Hermosillo, aproximadamente 130 km en total, 80% terracería de distinto tipo, y múltiples opciones para acortar.
DÍA 1: LA RUTA DE LA SEQUÍA
Esta ruta es una clásica dominguera para lxs ciclistas de Hermosillo. Normalmente se hace en bici de montaña, pero un día, habiéndola hecho ya varias veces en mtb, le propuse a un amigo hacerla en nuestras bicis de gravel. La ruta me pareció ligeramente técnica en algunos tramos, sobre todo descensos, pero muy divertida y totalmente posible en una llanta relativamente delgada. Con una distancia de 40 km, parecía una buena ruta de calentamiento para la ruta más larga del día siguiente, y una buena probada de los terrenos y paisajes de esta región de Sonora.
La ruta inicia y termina en el pueblo Molino de Camou, la mayoría es tierra compacta pero con una buena dosis de tramos rocosos y otros arenosos. Tiene un inicio amigable que permite calar la presión del aire y en general que todo esté en orden, y luego, sin avisar, hay una subida larga y empinada. Es la única subida considerable de toda la ruta, así que está bien hacerla al inicio con piernas frescas, aunque saca un buen susto si es tu primera vez en esta ruta. La cima es un buen punto para mirar hacia atrás, tomar fotos, y reagruparse.
Nuestro grupito avanza con paradas frecuentes, platicando de bicis, comiendo snacks, admirando la flora, y disfrutando de lo que considero un día ideal de otoño hermosillense para rodar todo el día. Se corre la voz de que hay una ponchadura en el grupo, pero traemos asistencia mecánica profesional así que no pasa de ser otro momento para platicar, tomar agua, y comer algo mientras hacen el cambio de cámara.
Una vez familiarizados con la tierra, llegan los tramos ligeramente técnicos: descensos rocosos que requieren elección de una línea, poner el cuerpo flojito pero manos firmes, y echar el trasero ligeramente hacia atrás. Luego hay que modificar la técnica para surfear la arena: cambio bajito, cadencia alta, y músculos a trabajar.
Fernando @fernaaando y su Salsa Warbird
Eventualmente llegamos al pueblo de Topahue, donde hay una tiendita y es parada obligatoria para unos takis y una soda. A partir de aquí es donde la ruta se vuelve confusa y me he perdido un par de veces, pero tuve precaución de usar un gpx de una ocasión donde no me perdí. Tras negociar un poco más de arena y una última subida con piedras, salimos de nuevo al Molino de Camou, dando por terminada la rodadita de calentamiento, y empezamos a planear el día siguiente.
DÍA 2: LA VUELTA A HERMOSILLO
Un poco de historia: el desarrollo de la ruta
Hace años, con la intención de encontrar caminos donde rodar sin tráfico de carros, empecé a tomar caminos de tierra que se me cruzaban, sin saber a dónde iban. No importaba realmente. Lo que apreciaba era el poder rodar sin el ruido ni estar volteando hacia atrás a cada rato. La bici que tenía en esa época, y que fue la única por varios años, era una Bianchi de ruta que creo es de los 80s, con llantas 700×28. Con el tiempo le puse la llanta más ancha posible, limitada a 32 mm, un poco mejor, pero lejos de ideal para mi gusto.
Otra bici altamente modificada, la Belfort de Sebastián @xsebastianlol
Con la experiencia adquirida empíricamente, combinada con mi después adquirida habilidad de usar mapas, empecé a desarrollar lo que llamaba “Circuitos de tierra”: el Circuito este, el oeste, etc. Eventualmente descubrí que grupos de mtb locales llevaban años rodando por estos caminos, pero como siempre rodaba solo, no lo sabía. Así, de juntar esos segmentos tomó forma el “Circuito completo”, que luego volví tradición hacerlo por lo menos una vez al año, aunque también rodaba segmentos ya sea en solitario o en grupo. El Circuito completo permaneció con ese nombre a falta de algo mejor, hasta que se nos ocurrió…La Vuelta a Hermosillo. Muy original, lo sé.
Sellador dentro de un bibi que el bebé del Chepe ya no usa.
La ruta es de aproximadamente 130 km y unos 400 m de elevación, prácticamente plana salvo por una pendiente, y es mayormente terracería, un 80% según mis cálculos. El terreno varía desde tierra compacta, arena fina, algunos tramos pedregosos, y algo de permanente. La ruta pasa por múltiples puntos de reabastecimiento, así que no se requiere llevar más de dos botellas de agua en promedio, además de que cuenta con cuatro opciones para acortar a 40 km, 60 km, 80 km, y 100 km.
Puedes ver el mapa de la ruta aquí: La Vuelta a Hermosillo
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El punto de reunión es en el Parque Madero, en el centro de la ciudad, donde se nos une un grupo de locales. Como el clima pintaba favorable desde días anteriores, establecimos una hora de salida no ridículamente temprano, como normalmente hacemos al lanzarnos a hacer esta ruta completa. A las 7 am salimos un grupo de unas doce personas, con el primer objetivo puesto en San Pedro, un pueblo cercano donde hay varias opciones para desayunar. Salimos de la ciudad hacia el norte y no tardamos mucho en encontrarnos rodando sobre tierra. A esto vinimos.
Este camino nos lleva a San Pedro, donde tras abundante comida y café retomamos la ruta. Oficialmente, a partir de aquí era el banderazo, es decir, cada quien era libre de ir al ritmo que quisiera, pero el grupo permanece unido, con los más adelantados esperando a quienes vienen detrás. Sin embargo, también hubo abundancia de sprints y ataques, tanto en tramos planos como en las pocas subidas, y diversión surfeando la arena fina.
Hacemos una rápida parada en Mesa del Seri, para después pasar uno de los tramos más desgastantes de la ruta: 8 km de permanente donde la gente zigzaguea tratando de buscar la línea más adecuada, pero no hay a dónde hacerse. Al final de este segmento nos volvemos a reagrupar, y algunas personas en el grupo comienzan a dudar si continuar o volver a casa. Para pensar con más tranquilidad, hacemos uno de los pocos tramos pavimentados y llegamos a la siguiente tiendita. Una ligera lluvia ha empezado a caer y es un día “frío” para estándares hermosillenses, así que aquí la mitad del grupo toma el atajo a la ciudad para volver a casa, mientras los demás seguimos bajo esta inusual precipitación.
Un poco más de pavimento nos lleva a mi segmento favorito de esta ruta, un camino ligeramente de subida, aislado por un cerro, y donde jamás he visto un carro y espero no hacerlo. En este tramo perdemos a alguien más, quien mensajea diciendo que se ponchó y que le sigamos, reduciendo el grupo a seis. Nos toca negociar un poco de arena al principio, pero luego el suelo se pone firme para llevarnos al punto más alto de toda la ruta, y donde es nuestra parada usual para un lonche y apreciar la vista.
Max @maxirubalcava y su Diamond Back Apex eran el único rodado 26 a la vista, y fueron de los tres que hicieron la ruta completa.
Estar en la cima significa que sólo hay una dirección a la cual ir. El tramo que sigue es la famosa bajada que ha tumbado a más de unx de nosotrxs, cobrando una víctima casi cada vez que la hacemos en grupo, al punto que la guía de la ruta incluía una advertencia sobre esta bajada. Y esta vez no fue la excepción: después de tomar una foto, veo a alguien desaparecer, para luego volver a aparecer de pie y sacudiéndose. Afortunadamente fue sólo un golpe en la rodilla que sangra tantito, pero nada grave.
El siguiente segmento nos lleva por uno de los tramos más fluidos, con tierra mayormente compacta aunque también el eventual pozo de arena para mantener la atención despierta, tras lo cual aparecemos en la intersección del km 80, la última opción para acortar la ruta antes de comprometerse a los últimos 50 km. La mitad del grupo decide volver a casa desde aquí, lo cual es la decisión inteligente teniendo en cuenta que son casi las 4 pm y quedan dos horas de luz. Sin embargo, tres aferrados decidimos continuar con la ruta, tras rellenar aguas y comer algo porque en el siguiente tramo ya no hay reabastecimiento hasta volver a la ciudad, y aunque traemos luces, acordamos ya no parar salvo que fuera absolutamente necesario.
El último esfuerzo nos lleva por el “Circuito oeste”. Un bonito atardecer nos avisa que nos apuremos, aunque tampoco nos asusta rodar de noche, además de que conozco bien estos caminos. Los últimos 18 km antes de la ciudad tienen además un factor mental: son una línea prácticamente recta donde el paisaje parece suceder en repetición, rodeados por un túnel de vegetación donde, afortunadamente por el frío, esta vez no hay mosquitos. Llega el momento de prender nuestras luces, y no mucho después salimos del túnel y volvemos a tocar pavimento. Un empujón más nos saca a la ciudad, donde un amigo que acaba de salir del trabajo nos espera, y nos dirigimos de vuelta a la base motivados por el mensaje de Karla diciendo que nos espera con una pila de pizzas. Habíamos completado La Vuelta a Hermosillo.
¡Gracias a todxs por participar en la primer edición, esperamos haya valido la pena el tiempo y esfuerzo que le dedicaron, y nos vemos el próximo año!
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Hay que darle difusión. Sonora es de los estados, de los que al menos en Ciudad de México, de donde escribo, no se sabe mucho o nada de la vida ciclista. Iré este mes, pues quiero pedalear rumbo a la playa Balandra.
Pero sigan haciendo esos proyectos, esas rutas, habemos personas que aprovecharíamos el pretexto pa’ pedalear allá.