Por Karla Robles (@karlarobles) y Daniel Zaíd (@perdidoenbici)
Tras más de dos años de planeación, por fin se cumplió la fecha y Ruta del Jefe (RDJ) sucedió el fin de semana pasado, del 21 al 24 de marzo, en el área natural protegida Cuenca Los Ojos, en Sonora. Como co-organizadores de RdJ en México, en Andarres hemos publicado varias historias sobre nuestro involucramiento en la realización del evento; de hecho, nuestra primerísima publicación en esta página fue cuando asistimos al último RDJ que sucedió en su sede original en Arizona, EEUU, historia que puedes ver aquí. Un tiempo después, nuestra amiga y fundadora/directora de RDJ Sarah Swallow nos invitó a colaborar para hacer que RDJ sucediera en Sonora, nuestro estado hogar. Durante los siguientes meses visitamos Cuenca Los Ojos (CLO) en cuatro ocasiones distintas donde vimos el potencial del lugar y sus caminos barridos por el paso del tiempo, historias que documentamos en parte 1 y parte 2.
Si eres nuevx por aquí, te explicamos rapidito:
Ruta del Jefe es un evento que combina aprendizaje y ciclismo con el fin de recaudar fondos para diversas organizaciones tanto de carácter humanitario como ambientalista en la frontera Sonora-Arizona. Fundado por la ciclista de aventura y amiga nuestra Sarah Swallow, RDJ lleva algunos años realizándose dentro de una región ecológica conocida como “Las islas en el cielo” que abarca parte del sur del estado de Arizona, EEUU, y del norte del estado de Sonora, México. El nombre se debe a que esta región desértica cuenta con montañas que se elevan casi 2 mil metros sobre el nivel del mar y que tienen las condiciones climáticas propicias para que habiten especies que no podrían sobrevivir en las regiones más bajas; entonces, las montañas actúan como islas, y el desierto de abajo como un mar.
En este artículo queremos compartirles lo que sucedió durante el fin de semana de Ruta del Jefe. Nuestra visión es desde adentro, como organizadores, pero estamos trabajando en la versión en video de un participante para que se sepa cómo se vivió desde alguien que asistió al evento. Trataremos de no extendernos demasiado, pero probablemente fallaremos; esperamos que tengas alguna bebida a la mano para pasar el rato con nosotrxs.
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Karla y Dani nos presentamos en CLO desde el domingo previo al evento. El lunes nos fuimos a recorrer la ruta llamada “El Bonito” y quitamos una que otra rama que pensamos podría derribar a alguien, pero en general, la pista estaba preparada. El miércoles se presentaron lxs voluntarios tanto de parte de RDJ como de CLO, y comenzó la recepción e instalación de carpas, mesas, sillas, baños, así como equipo de cocina y sonido. Entre todxs nos aseguramos de que todo estuviera en su lugar, y que cada quien tuviera en claro sus labores asignadas, ya que las puertas del evento se abrían el jueves a las 11 am. El programa del evento (que puedes revisar aquí) contenía actividades suficientes para mantener a lxs participantes ocupadxs durante casi todo el día, con rodadas sociales el jueves y el viernes, y la rodada estelar el sábado.
Día 1 – Jueves
A las 11 de la mañana se abrió el cerco que conducía al rancho, Daniel y yo estuvimos esperando ese momento desde hace mucho tiempo, ver llegar a todas las personas que hicieron un esfuerzo para asistir al evento. Sobre todo, yo quería que llegaran mis amigas y amigos a quienes no había podido ver porque nos habíamos ido al rancho desde el domingo, justo cuando Daniela, Fer y Danie de la Ciudad de México llegaron a Hermosillo.
En el evento, estaban programadas una serie de actividades entre las que se incluía una rodada social a las tres de la tarde donde la bienvenida era cruzar un río que el agua llegaba a media pierna y que la ocasión anterior que estuvimos en el rancho no estaba ahí, pero que nos tocó cruzar el lunes, era la nueva casa de los castores que creaba una presa y retenía el agua que cubría el camino, el cual se volvía una subida larga y una bajada empinada y con piedra suelta, tal vez de social no tenía mucho pero era más bien una bienvenida a lo agreste y desafiante que son las rutas de Ruta del Jefe.
El taller de bicis patrocinado por Campfire Cycling. Ellie se rifó con unos ajustes en mi bici.
Poco a poco fueron llegando, Javo, Daniela, Dandy, Danie, y Fer, a quien le teníamos una sorpresa preparada: su nueva bici, que no era tanto una sorpresa porque ella ya sabía de su existencia, ya que le mandó sus medidas a Significant Other Bikes quien se la regaló como parte de un programa de beca y quienes merecen un artículo propio que saldrá próximamente. Pero, para la rodada social Fer necesitaba su bici, así que hicimos una pequeña entrega muy emotiva donde se rodaron lágrimas al abrazarla y al ver su cara de felicidad. Dani y yo no podemos esperar a ver todas las aventuras de Fer en su nueva bicicleta y que ojalá nos invite a una que otra.
La rodada social del jueves, guiada por Dani, consistió en 18 km y unos 600 metros de elevación, con múltiples paradas para reagruparse; esta rodadita de calentamiento brindó la oportunidad de que lxs participantes tuvieran un primer acercamiento al terreno que compone la región de Cuenca Los Ojos además de probar su equipo y habilidades, cruzando un río más de 10 veces y haciendo una de las escaladas icónicas de la zona con el premio de disfrutar vistas de 360 grados, para luego volver al campamento vía un inclinado y resbaloso descenso donde si no tenías cuidado podías ir a dar a un barranco. Recibimos reporte de las primeras caídas del fin de semana, pero nada de gravedad, y los paramédicos se encargaron de brindar los cuidados apropiados.
Después de esta rodada nos reunimos para la cena, se sirvieron chimichangas, un platillo de fondita Sonorense, le puse mucho empeño en que las personas se quedarán con un sabor de nuestro estado y uno de los elementos importantes era la comida. Las chimichangas son burritos de tortilla de harina frito, relleno de papa con carne o papa con verdura para personas veganas acompañados de arroz y frijoles, con lechuga, tomate, crema, guacamole, queso y salsa arriba, también se sirvió en su versión sin gluten.
La cocina y el área de comida y lavado. Aquí cada quién lava sus platos.
Después de compartir la cena le dimos la bienvenida a todos los participantes por parte de Sarah Swallow, directora y fundadora de Ruta del Jefe, y José Manuel como Director de Conservación de Cuenca Los Ojos, para después presentar dos documentales. El primero, American Scar, un documental sobre el ecocidio y los estragos en el medio ambiente por la construcción del muro fronterizo en la administración de Donald Trump (que puedes ver aquí); el otro, Espera, Esperanza, sobre una familia que vive en un refugio migrante en Cd. Juárez en espera de obtener su permiso para ingresar a Estados Unidos como refugiados (disponible aquí). Después de apachurrarnos el corazón, lxs participantes se fueron al campamento a dormir pero con la claridad y el reconocimiento del lugar en donde estábamos situados.
Día 2 – Viernes
Empezó el día de mayores actividades programadas en el evento, el café se empezó a ofrecer desde las 6:30 am, por Las dos Lupitas, una muestra de café arriero Sonorense, desde el tostado en leña y molido en molino. A las 7 am las personas pudieron estirar e inscribirse a yoga, otras personas se fueron a observar aves en tres grupos, dos dirigidos en inglés y uno en español por personal de Cuenca Los Ojos. Después del paseo, desayunamos chilaquiles y nos esperaba un día de aprendizajes y saberes compartidos.
Durante la mañana hubo tres talleres, uno de ellos fue el de “Colando el cambio juntos”, dirigido por Adrían González de Café Justo, quien nos mostró el proceso de cómo una taza de café puede ayudar a personas en situación migrante a tener un trabajo digno y no recurrir a los peligros y el desarraigo de abandonar su lugar de origen.
Otro taller simultáneo fue un Tour de ecosistemas de Cuenca Los Ojos dirigido por nuestro amigo y miembro organizador Omar Caballero quien dirigió un paseo por el lugar para aprender sobre la biodiversidad del rancho y de la región.
El otro taller fue de escultura en lodo con materiales proporcionados por el propio lugar en CLO como semillas, ramas, juncos y barro del río, dirigido por Dave Tarullo, artista de Tucson, Arizona quien hace arte público en la frontera Sonora-Arizona. Dave tiene una escultura llamada Cuenca Los Ojos que en colaboración con Borderlands Restoration Network y Cuenca Los Ojos es parte de una serie donde se resalta la importancia de las personas y los procesos que se hacen para rehabilitar la tierra y recargar los acuíferos que nos permiten vivir en el desierto de Sonora; si quieren conocer más el trabajo de Dave puedes checar su instagram aquí.
Después de estos talleres estaba programada una rodada social que Daniel dirigió junto a otros voluntarios guías. Era momento de hacer por primera vez la que llamamos “la madre de todas las bajadas”, que las personas haciendo las rutas El Jefe y El Bonito volverían a hacer por su propia cuenta el día sábado. Con 27 km y 700 metros de elevación, esta vez la subida fue más progresiva, menos inclinada, y les llevó al Valle de las Ánimas, que ofrece el poco terreno plano dentro de CLO.
Esta rodada tuvo considerablemente más gente que la de ayer, porque ahora sí habían llegado todxs lxs participantes, con un estimado de 80 personas. Se reportaron otro par de caídas, de nuevo algo que los paramédicos cuidaron y las personas involucradas pudieron volver a sus bicis al día siguiente.
Cuando las personas llegaron de rodar, había otros tres talleres simultáneos: una ponencia dirigida por el Dr. Juan Luis Longoria de la nación N’dee/N’nee/Ndé, de quien aprendimos que la nación está en lucha por ser reconocida e incluída en la lista de grupos y lenguas indígenas del país lo cual ha sido logrado hasta ahora en Sonora y Coahuila pero que faltan otros estados del norte de México como Chihuahua. Por parte de Andarres hicimos una transmisión en vivo en nuestro instagram que puedes ver aquí.
También tuvimos un taller sobre la exploración del Cacao Mexicano dirigido por Julio Salazar de Jangala quien nos acompañó de la selva Chiapaneca y donde los participantes pudieron degustar y aprender sobre el chocolate orgánico mexicano.
El otro taller del día fue por parte de Jorge Caldera de Sotol Parejo, quien hizo una exposición y degustación del sotol, el destilado del estado más grande de México. Jorge explicó cómo se elabora el destilado de la cabeza de la planta Dasylirion conocida por los Rarámuris como “sereque”, y que también se fabrica en los estados de Durango y Coahuila.
Después de los talleres continuamos con un poco de diversión y ambientamos el lugar con música regional Sonorense por parte del grupo norteño Los Gallardos, también hubo hora feliz y podíamos adquirir coctelería hechas con sotol, o shots y botellas. Bailamos mucho y hubo una verdadera convivencia binacional unida por el baile y las risas de todxs.
Llegó la hora de la cena y les teníamos preparada una sorpresa, nuestro amigo David de casa Ganfer es danzante del venado, una danza típica que es regional del estado de Sonora y parte de la cosmovisión de uno de los grupos indígena del sur del estado, así que hicimos un círculo grande y vimos a David danzar, después dimos una breve explicación de esta danza como parte de la mítica Sonorense.
Seguimos con las presentaciones de algunas personas importantes para el evento, empezando por la directora ejecutiva de Cuenca Los Ojos, Valerie Gordon, quien es hija de la fundadora y donante de los terrenos para la conservación de esta región y de quien uno de los jaguares lleva su nombre, al principio se creía que ese jaguar era hembra así que le pusieron Valer, pero después supieron que era macho así que le cambiaron su nombre a Valerio.
Continuaron las presentaciones de las organizaciones a quienes se beneficiará con la recaudación de fondos, Juan Luis Longoria de la nación N’dee/N’nee/Ndé quien nos explicó como esa recaudación ayudará a su nación para la creación de una página web y otros recursos para lograr su reconocimiento.
Rodrigo Sierra-Corona de Borderlands Restoration Network nos platicó sobre el trabajo de conservación y restauración de la tierra que han llevado a cabo en la frontera Sonora-Arizona por medio del agua, la reinserción de plantas nativas y el cuidado y educación de la vida salvaje.
Jocabed Gallegos de Frontera de Cristo y su emotiva participación nos hizo ser conscientes de la situación migratoria en la frontera, haciendo una metáfora de la diversidad de personas que llegan a su fundación con trozos de tela en piezas de distintos tamaños y materiales, nos dijo que a veces las personas llegan con ellas partidos en muchas piezas debido a los problemas de vivir en una situación como la suya y enfrentándose a problemas de salud como la drogadicción o la persecución por parte de los cárteles y cómo su organización está apoyando a estas personas a tener una mejor calidad de vida sin recurrir a los peligros del cruce fronterizo.
Diego Valles de Por la Defensa del Río de Casas Grandes, nos platicó un poco sobre la situación a la que se enfrenta la preservación del río de casas grandes ante la construcción de la presa Palanganas y cómo esto afecta la biodiversidad del territorio Chihuahuense.
Por último, Ganesh Marin de The Bear Project y Cuenca Los Ojos nos mostró una serie de videos y fotografías de las cámaras trampas que él trabaja en el lugar, la diversidad de animales del territorio de Cuenca Los Ojos y como en el lugar por el que estamos rodando es hogar de vida salvaje como jaguares, osos negros, coatís, coyotes, venados y una gran diversidad de especies.
Después de este día tan largo, nos fuimos a dormir sabiendo que al siguiente día íbamos a rodar las rutas de Ruta del Jefe.
Día 3 – Sábado
El día sábado estaba agendada la rodada estelar de todo el evento. Se ofrecieron tres rutas distintas, con nombres de jaguares avistados en la región: Valerio (18 km), El Bonito (42 km), y El Jefe (61 km). Para quien rueda de manera más o menos regular esas distancias quizá no suenen nada apantallante, pero debemos tener en cuenta que en este territorio la distancia significa poco, lo que hay que considerar es la elevación acumulada y el tipo de terreno, que es 100% terracería y varía de arenoso, múltiples cruces de arroyo, y piedras de varios tamaños.
Debido a las condiciones de las rutas, el staff de RDJ decidimos establecer cuatro puntos de apoyo que servirían tanto para aligerar la carga de agua y comida, así como para tener un registro de lxs participantes según se fueran desplazando, y cada punto estaría a cargo de un patrocinador del evento. A mi (Dani) me tocó estar en el punto de apoyo #1, en la cima de la primera serie de subidas, estación patrocinada por Ombraz Sunglasses. Como seríamos la primera estación en desocuparse, y no tenía tareas asignadas hasta las 5 pm, el día anterior consulté con mis compañeras de trabajo Sarah y Karla si podía lanzarme a rodar cuando la última persona se registrara, con la promesa de volver a tiempo para mis obligaciones.
La rodada empezó a las 9 am, con media hora de separación según la ruta que harían para evitar grupos demasiado grandes. En la estación de apoyo, Jack de Ombraz Sunglasses se puso a cocinar tocino además de proveer botanas y una hielera con distintas bebidas, y mi tarea era registrar a cada persona que llegaba. Tras más de 110 ciclistas y algunos retratos junto al icónico letrero de Los Ojos, las últimas personas aparecen a las 12:30. Con esto, me comunico con mis compañeros de estación y me dicen que ellos se pueden encargar de recoger todo, “Vete a andar en bici, maldito jipi”, me dice Jack, con quien me volví mejores amigos a primera vista desde el día 1 cuando identifiqué la banda en su playera como una de mis favoritas.
Da click a la derecha para la galería de retratos.
Comencé mi rodada por uno de mis segmentos favoritos de CLO con la euforia de un perrito que llega al parque donde puede andar sin collar, y con la meta de hacer El Jefe, pero consciente de que quizá el tiempo me haría acortarla. Este segmento consiste en una bajada larga y progresiva con pequeños bordes donde es fácil despegarse del suelo si llevas la velocidad suficiente. Mi mente iba enfocada en disfrutar este lugar por última vez en quién sabe cuánto tiempo, y de paso ver si podía alcanzar a alguien y convivir. Pensaba también en la posibilidad de alcanzar a mi amigo Javo, pero él había pasado por la estación de apoyo hacía ya mucho tiempo.
Tras una curva me encuentro a dos personas, una de ellas sentada en la tierra, quien agarró uno de esos bordes con mucha velocidad lo cual la arrojó por el aire y luego al suelo, causando múltiples raspones y golpes; el casco tenía una pequeña abolladura en la parte de atrás, pero ella se encontraba bien. Con mi radio me comuniqué con el equipo y cuadramos que alguien del siguiente punto de apoyo, a 4.5 km, viniera a recogerla. Una vez asegurada la asistencia, continué con mi camino. Alcancé a un grupito en el cual venían personas que conozco poco antes del punto de apoyo #2, donde fuimos recibidxs por una botarga de jaguar.
Saliendo del punto de apoyo me separé de ellxs muy a mi pesar, pensando que este sería el grupo con el que me gustaría rodar, pero disponía de poco tiempo. Me encontré, por primera vez, relativamente a solas en este lugar, ya que durante las visitas que hicimos para explorar las rutas siempre andábamos en grupo o en par. Rodando lo más rápido que el terreno me permitía, sospeché que de seguir con este ritmo sería inevitable quedarme sin pila, pero no podía bajarle: mi cuerpo se sentía bien, mi bici se sentía bien, dando espacio a mi mente para vagar pero de alguna forma estar presente al mismo tiempo. Sentí que ese momento era la culminación de algo para lo cual había estado trabajando durante los dos años anteriores, incluyendo desde muchas horas de computadora hasta levantarme a las 3 am para ir a la bici y estar preparado para una rodada que había planeado pero estaba consciente que quizá no sucedería. Sin embargo, estaba sucediendo. Y eso, combinado con la estimulación de uno de mis álbumes favoritos, hizo que desde mi garganta se elevaran dos gotas de agua que inundaron mis ojos, las que ofrendé a la tierra mientras me invadía una sensación de agradecimiento hacia mi cuerpo, mi bici, mi compañera de vida Karla, mi compañerxs de trabajo Sarah y Adam, y todas y cada una de las personas que hicieron posible y participaron en este evento. Estaba donde quería y tenía que estar.
Después de alrededor de una hora y media en soledad, alcancé a dos personas y me uní a su procesión de empujar la bici por una cuesta inclinada y resbalosa que nunca he logrado completar. Me preguntaron si había un atajo para volver al rancho, y les dije que a estas alturas estaban comprometidas a hacer El Bonito completa, pero que ya no faltaba mucha más subida. Remonté mi bici y continué, desmintiéndome a mi mismo porque sí había bastantes subidas todavía, hasta que llegué al punto de apoyo #3. Eran las 3 pm, lo cual significaba que tenía 2 horas para estar de regreso, y me encontraba en el punto donde El Bonito vuelve al rancho hacia la derecha, y El Jefe se aleja hacia la izquierda para hacer 20 km más. Mi lado precavido me decía que girara a la derecha, pero todo lo demás me decía que fuera hacia la izquierda, incluído un amigo que estaba ahí. Me eché un puño de gomitas a la boca, le di fondo a una botella de agua, la rellené, y me fui. Giré a la izquierda. Tenía que hacerlo.
Apoyado por un viento que venía del suroeste crucé gran parte del valle en el cambio más duro, hasta que giré de nuevo hacia el sur, donde traté de hacerme bolita lo más posible. Pronto estaría en la sección de cañones llamada Las Cañadas, donde estaría protegido del viento, pero donde sabía me esperaban tres consecutivas entradas y salidas de un arroyo con unas pendientes brutales. En algún punto perdí una botella, que de haber tenido tiempo me hubiera regresado a buscar. Al empezar la bajada de la primer cañada vi a dos personas ya haciendo la subida, y mis ojos detectaron un jersey amarillo que mi cerebro no procesó en ese momento, todo lo que podía pensar era en que tenía que llegar al punto de apoyo #4 donde las subidas habrían terminado. En el ascenso alcancé a esas dos personas, una de las cuales era el jersey amarillo. Era mi amigo Javo. “Sabía que vendrías”, me dijo. “Te dije que vendría”, le respondí. Chocamos los puños y tras el momento más anime de mi vida, les dije que tenía que continuar.
Poco después alcancé el punto #4. Eran las 4:27 pm y quedaban 9.5 km, con algo de plano y luego la última bajada. De nuevo le di fondo a mi botella de agua, aunque esta vez de paso me serví un caballito de tequila. Otro puño de gomitas, y me lancé de nuevo, tenía el tiempo justísimo. Al comenzar el último descenso tomé mi radio y me reporté a la base, para quitarme un pensamiento de encima ya que esta bajada requiere absoluta concentración. Ya casi al final volví a pasar a las dos personas junto a las que hice la subida empujando y celebramos haberlo logrado. Un cruce de arroyo me anunció que había llegado al rancho, y me dirigí al granero donde estaba la oficina. Dejé mi bici en el suelo y entré para reportarme. El reloj marcaba las 5:02.
Mientras yo estaba sentado dando conclusión a un momento muy especial para mi, la vida en RDJ seguía su curso para que todo marchara tan bien como lo había hecho hasta entonces. Empecé a sentir hambre y frío, y tomé uno de los paquetes de carne seca que mi suegra estaba vendiendo, “Se lo debo”, y fui a cambiarme de ropa.
Hubo un pequeño momento de celebración cuando las últimas tres personas llegaron al granero ya en la oscuridad, justo a tiempo para la cena. Para finalizar el día y a modo de clausura, estaba programada la venta de bacanora que es el destilado del agave que crece en Sonora, además de música por parte de DJ Jaime Rosas, quien no dio chanza para descansar con el set que traía y que nos mantuvo levantando un terregal durante cuatro horas casi hasta la medianoche.
Día 4 – Domingo
De 3 am a 5 am llovió, y estaban pronosticados fuertes vientos y lluvia durante toda la tarde. El domingo teníamos programado un último taller, pero la prioridad fue ponernos a salvo antes de que la lluvia hiciera imposible salir del rancho, así que desayunamos, y cada quien juntó sus cosas para irse a salvo a casa. Sarah, Dani y yo nos quedamos para asegurarnos que todo estuviera limpio y hacer la entrega de baños, mesas y sillas aunque eventualmente también partimos, primero Sarah y al día siguiente nosotros junto a Las Lupitas. Nos tocó lluvia y nieve que cubría el camino y las montañas, así es el cambio en el desierto Sonorense y las Islas del Cielo, una gran despedida de un gran evento, el cielo lloraba de felicidad.
Nos fuimos de CLO y de Ruta del Jefe con una sensación de satisfacción, debido a que desde nuestro punto de vista las cosas salieron en su mayoría como lo planeamos, además de que recibimos buenos comentarios de varias personas que se tomaron el tiempo de platicar. Esto no podría haber sido posible sin el trabajo conjunto y colaboración de varios equipos, con un especial agradecimiento a los vaqueros y personal de Cuenca Los Ojos quienes hicieron un increíble trabajo, y siempre en disposición de que todo saliera a la perfección.
Nos queda la tarea de incrementar la presencia de Mexicanxs para la próxima edición, ya que en esta hubo un 20% comparado con un 80% de personas viniendo de los EEUU, y aunque varixs eran de ascendencia mexicana, aspiramos a aumentar ese porcentaje a por lo menos un 50/50. Las condiciones de lo remoto del lugar y el aspecto recaudatorio del evento imponen ciertos costos intrínsecos para asistir, pero estamos trabajando en encontrar la manera de abrir la oportunidad a que más personas de México puedan hacerlo. ¡ Mantente al tanto en @rutadeljefe y @andarrescom !
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